El libro es, según Borges, el único instrumento inventado por el hombre que no es una extensión de su cuerpo, si no de su imaginación y memoria.
Durante siglos, el objeto libro ha sido comprendido como el dispositivo cultural por excelencia.

Los libros digitales cuya creación y publicación estamos presenciando podrían compararse con los incunables ya que nos encontramos en una época de transición, similar a la que ocurrió con los manuscritos iluminados y la invención de la imprenta.

Parece que nos enfrentamos a la ansiedad que produce la posibilidad de perder cierta forma de concebir la individualidad, el orden creado a partir de lo que entendemos como cultura. Es comprensible que ante tal fenómeno se busque pronosticar lo que pasará con el libro.

Para ello se encuentran dos posturas principales: la primera sostiene que con los libros digitales el libro tal y como lo conocemos se ha liberado y anuncia tiempos de bonanza y prosperidad, esta premisa, entre otros motivos, se apoya en la lógica del progreso tecnológico; la segunda afirma que el libro digital sustituirá al libro impreso y que, a largo plazo, esto significará la desaparición del objeto libro, esta postura, vista de forma reduccionista, podría ser un ejemplo de una actitud social regresiva.

Observamos dos clases de fetichismo: el bibliófilo y el de los visionarios tecnológicos.
Los fetichismos contrapuestos llevan a ambas partes a adoptar un determinismo tecnológico concreto; ambas posturas se oponen y se caracterizan por su rigidez y polaridad.

A modo de un ejercicio especulativo, con el fin de generar nuevas vías para la reflexión utilizando el lenguaje del diseño editorial, se ha decidido emplear la metodología del diseño especulativo propuesta por el dúo de diseñadores e investigadores Dunne & Raby, del Royal College of Art.

El pensamiento del diseño especulativo, como algunas otras corrientes de diseño crítico, propone que la labor del diseñador sirva a la sociedad como un medio para modificar las dinámicas de consumo. Es una forma de emplear los conocimientos de la disciplina para un fin colectivo: creer que es posible soñar e imaginar nuevos futuros. Funciona proponiendo realidades posibles que actúan como catalizadores para el debate y la discusión. Se trata de plantear qué clase de futuro la gente desea en realidad.

Es por esto que esta metodología es la adecuada para el problema; no se pretende pronosticar el futuro del libro ni desarrollar un prototipo ideal al que debemos intentar alcanzar; el presente proyecto explora el debate actual, sus dificultades y argumentos y con ello construye un objeto que intenta situarse en el punto medio. Un objeto fruto de un futuro editorial que aún no existe y que por medio de las condiciones presentes podemos mirar y cuestionar las posibilidades del libro en nuestro momento histórico.

Busca proponerlo como un agente activo que participe en la creación de futuros alternativos para los soportes editoriales, los hábitos de lectura y las dinámicas culturales derivadas de ello.
Siguiendo la escuela de Dunne & Raby, el ejercicio de reflexión tiene como producto final la proyección de un prop. El prop es diseñado a modo de un ejercicio especulativo en torno a un futuro imaginario que no debe entenderse como una predicción o una ilustración utópica o distópica.

El objeto proyectado, utilizando la definición de Carrión, será denominado poslibro y reúne características tanto del libro digital como del libro impreso.

Del libro impreso mantiene la materialidad y el fetichismo llevando al extremo el principio de que todo libro tiene como colaborador a su lector. Del libro digital aprovecha las estructuras y posibilidades.
Nutriéndose de contenido desde la nube, el poslibro explora el sueño borgiano de la biblioteca universal, que contiene todas las obras escritas; el sueño del libro que contiene todos los libros. Al utilizar contenido digital posee los mismos elementos de valorización de internet: la transferencia inmediata de información, la interactividad y el acceso.

El poslibro juega con la idea de un futuro donde sean eliminadas las bibliotecas con muros. Cada individuo podría acumular cuántos ejemplares quisiera, ya que estos estarían almacenados en “la nube”, que, en palabras de José Emilio Pacheco, permite la pervivencia de la literatura que es en sí la humanidad del hombre.

Su inmaterialidad le permitiría cuestionar lo que ocurre cuando el espacio físico se convierte en una extensión del espacio mental, abriría nuevas vías de la discusión y vislumbraría el potencial del libro electrónico, (al que no se le ha permitido explorar la secuencia espacio-temporal, que tanto remarca Carrión como característica del libro), debido a la insistencia en que los ebooks deben parecerse a la página impresa.

El poslibro es un ejercicio, una propuesta de interfaz que pretende, siguiendo los principios del diseño especulativo preguntar ¿Qué pasaría si… ¿Qué pasaría si la estructura de lectura que conocemos pudiera moldearse de acuerdo a lo que deseamos?¿Qué pasaría si sacamos ventaja de las posibilidades de nuestro momento histórico para construir el futuro?¿Qué pasaría si, tomando su papel social, el diseñador editorial explorará nuevas posibilidades en las que se convierte en un agente de cambio?